Hasta hace un tiempo, se conocía poco sobre los humedales, qué eran y cuál era su importancia ecosistémica. Y menos, cómo reconocerlos. Según la definición de la Convención de Ramsar (Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, ratificada por Chile el año 1981), el término humedal se refiere a “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.
En Chile, hay unos cuarenta mil humedales, que incluye desde los bofedales del altiplano hasta las turberas de Magallanes, de los cuales solo catorce se encuentran reconocidos bajo la categoría de “Sitio Ramsar de Importancia Internacional” y que cuentan con algún tipo de protección. Aquellos que no están incluidos se encuentran expuestos a las amenazas de la contaminación, impacto antrópico, cambio climático, entre otros.
Lamentablemente, por desconocimiento de su riqueza en variados sentidos e interés inmobiliario, los humedales han sido considerados como terrenos baldíos o focos de enfermedades por el estancamiento de sus aguas, sin embargo, son esenciales para los seres humanos y los ecosistemas.
Los humedales de agua dulce facilitan el agua para la satisfacción de nuestras necesidades básicas, nos permiten proveernos de agua para consumo humano, y además constituyen una de las principales fuentes de alimentación de la humanidad: los arrozales. También proporcionan productos y medios de vida sostenibles, pues en el mundo más de 660 millones de personas dependen de la pesca o la acuicultura para su sustento. Los humedales también facilitan madera para la construcción, aceite vegetal, plantas medicinales, materia prima para elaborar tejidos y forraje para los animales. (Fuente: Ficha Informativa 6, Convención Ramsar)
Asimismo, los humedales cumplen funciones ecosistémicas muy importantes, las que sólo recientemente han ido destacándose y comunicándose. Primero, actúan como importantes depuradores de aguas contaminadas, filtrando desechos nocivos para las personas y el medio ambiente. Segundo, funcionan como una especie de amortiguador natural de inundaciones, absorbiendo parte del agua de grandes precipitaciones y reduciendo la velocidad y la altura de las mareas de tempestad, y el impacto de los maremotos y huracanes. Esto ya lo pudimos observar con el tsunami del año 2010, donde los humedales costeros absorbieron gran parte de la energía del tsunami. Además, son sumideros de CO2, es decir, absorben el CO2 de la atmósfera y lo almacenan en su suelo. Por ejemplo, las turberas, como las existentes en Parque Karukinka o el Santuario Meullín Puye, cubren aproximadamente el 3 % de la superficie terrestre del planeta pero contienen el 30 % de todo el carbono almacenado en la tierra. Finalmente, los humedales mantienen la biodiversidad, ya que albergan más de 100.000 especies de agua dulce conocidas, y esta cifra aumenta continuamente. También son esenciales para muchos anfibios y para la reproducción y la migración de las aves como lo que ocurre en los humedales de la desembocadura del río Maipo.
Hitos que marcaron la protección de los Humedales
Conociendo la inmensa cantidad de beneficios para la naturaleza y el ser humano, sorprende que también es un ecosistema amenazado por la acción del hombre.
Conversamos con Melissa Mallega, abogada y Directora Ejecutiva Fundación Humedal Nativo, quien nos evidenció que quizás uno de los primeros hitos importantes que ayudaron a visibilizar la importancia del cuidado de los humedales en nuestro país fue el desastre ecológico de Celco que se produjo el año 2004, con la muerte de los cisnes en el humedal río Cruces en Valdivia. “A raíz de este hecho, hubo una importante concientización en la ciudadanía sobre todo en la zona de la región de Los Ríos”, menciona Melissa.
Desde 1975 existe La Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional (RAMSAR), un tratado intergubernamental aprobado y ratificado por Chile en 1981. Esto implica que junto con designar e incluir humedales en la Lista de Humedales de Importancia Internacional, el país se compromete a su conservación y uso racional.
En Chile, nos comenta Mallega, en los últimos 10 años se ha ido avanzando fuertemente en su protección desde los distintos poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Como iniciativa del Ejecutivo, en 2005 se estableció la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Racional de los Humedales en Chile, que busca promover la conservación de los humedales prioritarios de Chile y de sus funciones y beneficios en un marco de desarrollo sustentable. El año 2018 se lanza el "Plan de protección de humedales 2018-2022", una iniciativa del Gobierno de Chile que busca contribuir a detener el deterioro de los humedales y preservar su rica biodiversidad, priorizando 40 humedales en todo Chile para protegerlos bajo categoría oficiales de protección.
En cuanto a legislación, el año 2017 se empezó a discutir en el Congreso la ley de Humedales Urbanos, un hito importante en materia legislativa porque se comenzó a relevar la protección de estos importantes ecosistemas y los humedales finalmente lograron posicionarse en la discusión nacional. Además, es muy importante destacar, que esta iniciativa se gestó con un importante impulso ciudadano. Puedes revisar la historia en el libro “Historia de una Ley Pionera y Ciudadana” (revísalo aquí).
Los humedales urbanos, son aquellos que se encuentran dentro de los límites del radio urbano, de forma total o parcial y que pueden tomar distintas formas como cuerpos de aguas, marismas, lagos, ríos, pantanos, turberas, saladas o dulces, naturales o artificiales. El 16 de enero de 2020 se promulgó la ley 21.202 que “modifica diversos cuerpos legales con el objetivo de proteger los humedales urbanos”, el primer gran paso en la protección legal de humedales. Por su parte, el 24 de noviembre del 2020 entra en vigencia el reglamento de dicha ley, haciendo plenamente operativa todas sus disposiciones.
En esta misma línea, actualmente se discute en el Congreso la ley de protección ambiental de turberas, que apunta a proteger estos cuerpos de agua presentes en la Patagonia; y la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
El “Supremazo”
Además de todos estos avances en concientización de las autoridades y herramientas legislativas para su protección, quizás uno de los hitos que generaron un quiebre en la forma en cómo la justicia ha fallado en temas ambientales, tiene que ver con el llamado “supremazo”, un caso emblemático ocurrido en Puerto Montt, donde la Corte Suprema estableció un fallo nunca antes visto. (revisa aquí el fallo)
Este caso se inicia en un recurso de protección que presentó el Colegio Da Vinci, de propiedad de la sociedad Winkler Contreras Ltda, que empezó a sufrir inundaciones debido a la desviación que realizó la inmobiliaria GPR Puerto Varas del cauce del humedal Llantén, teniendo consecuencias directas en los alumnos y el cuerpo docente.
En un fallo unánime la Corte Suprema, acogió recurso de protección y ordenó al Serviu de Los Lagos y a las empresas inmobiliarias GPR Puerto Varas Limitada y Socovesa Sur S.A. adoptar una serie de medidas de protección del humedal Llantén. La Corte Suprema determinó que existieron problemas de coordinación y administración de los permisos otorgados, para la construcción del colegio y de las obras de la inmobiliaria, cuyas consecuencias fueron la afectación directa del humedal, que cumplía un rol fundamental en la evacuación de aguas lluvias. La constructora con el fin de desarrollar un proyecto inmobiliario, había drenado las aguas del humedal, con el consecuente daño que aquello provoca al ecosistema. Sin embargo, eso no fue lo único que señaló la Corte. Lo más interesante es que indicó que en el plazo de tres años el establecimiento educacional, demandante en la causa, deberá ser reubicado con el fin de despejar el área de escurrimiento natural de las aguas lluvias del sector Jardín Oriente de la comuna de Puerto Montt.
Tatiana Celume, docente investigadora del Campus Patagonia de la Universidad San Sebastián nos cuenta que este es un caso emblemático para la comunidad de Puerto Montt, donde “la Corte acogió las peticiones de las partes pero de forma distinta a como se habían presentado inicialmente. Este supremazo cambió la mirada antropocéntrica, porque el recurso de protección es para que a un ser humano se le proteja de actos arbitrarios ilegales y se adopten las medidas necesarias para evitar este daño, y en este caso lo que se hace es decir acá vamos a evitar el daño a un objeto del derecho que es distinto a las personas y que se le da la calidad de sujeto, es primera vez que se le reconocen derecho a la naturaleza. Es una tendencia a nivel mundial que está dando sus primeros pasos” afirma Tatiana.
El empoderamiento comunitario para la conservación de humedales
El rol de las comunidades locales y sociedad civil en la defensa de los humedales ha sido y es fundamental. Mellisa Mallega señala “Creo en el empoderamiento local, de las personas y sobre todo creo en la participación ciudadana. Por eso, las personas, y las comunidades organizadas han sido y serán claves en la defensa de los humedales en nuestro país. A mayor participación ciudadana menor es la probabilidad de conflictos socio ambientales en el futuro”.
Nos menciona que lo más relevante, y que muchas veces no se toma en cuenta, es entender que cuando cuidamos al medio ambiente no solo estamos cuidando la biodiversidad, el agua y los valores ambientales, sino también cuidamos a las personas que muchas veces se ven expuestas a vivir en construcciones que se hacen sobre humedales, arriesgando muchas veces incluso su vida frente a un desastre.
¿Estaremos cerca de poder reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos? Para Melissa Mallega este tema tiene contornos jurídicos complejos. “Sin embargo según mi convicción creo que consagrar estos derechos podría ser un buen paso para pasar de la visión antropocéntrica actual a una visión más bioeco céntrica y a un cambio verdadero en el modelo de desarrollo”
El avance que ha existido en torno a los humedales y su protección en los últimos años, nos da luces de la importancia que adquiere la conciencia ambiental y el empoderamiento de la sociedad civil en la construcción de las políticas públicas, leyes y fallos que aseguren su conservación. Sin embargo, la protección de los ríos como ecosistemas fluviales de relevancia natural, cultural y económica aún está en deuda. Por años la ciudadanía ha visibilizado el valor de estos ecosistemas mediante la vía legal, comunicacional e incluso mediante manifestaciones de alcance nacional como el caso de Hidroaysén. Sin embargo, a pesar de la urgencia de avanzar en una mejor regulación sobre estos ecosistemas, la alta conflictividad en torno al uso y gestión de los ríos aún no hay avances concretos y contundentes para su real protección.
Sólo nos queda preguntarnos, y los ríos... ¿cuándo?
María Jose Maldonado
Periodista Fundación Ngenko
Créditos de las imágenes a @humedalriomaipo @humedalconcon @germanicolas
Comments